Es sábado, tengo evento familiar. Mi tío, la imagen más cercana de padre que tengo después de mi abuelo, cumple años. Está jodido recibir este año que se viene, está a punto de quedarse sin trabajo y haciéndose cargo de la casa de mi abuela, se mudó con ella cuando el viejo dejó de ser el viejo. Asi las cosas.
Mi hermana preparó una gran torta, me llama para que lleve una bengala. En Glew bengalas no se consiguen. Es una barriada al sur del sur, mezcla de campo y villa urbana, donde los pibes te piden monedas en la esquina mientras el dealer para la cupé fuego con las puertas abiertas para que todos escuchen llorar a los de Marilyn desde el estéreo al palo. Así son los sábados en Glew, como cualquier sábado en cualquier barrio del conurbano. Pero el domingo te despertás con el ruido a lata del jarro hervidor que el lechero hace tronar contra la verja de la entrada. En la calle espera el carro, y dentro, los tarros de leche recién ordeñada en la chacra que quedó entre la quema y las canchas de Defensores. Todavía pasa el lechero en carro, todavía no paga peaje.
octubre 01, 2009
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6 comentarios:
Qué despistada creí que te referías a Marilyn Manson. ´
Buenísimo el texto puedo imaginar Glew.
waw! excelente la crónica.
el tema musical me produce shanto instantáneo es aniquilador!
Lindísima postal, amiga.
¿Ministro Rivadavia?
Si todavía se vende la leche en carro debe ser "el lugar" en el mundo. Parece que le hace falta una alta dosis de tranquilidad a la querida Emma.
Glew, no es "el lugar", lo juro, da medio tristeza si no fuera porque todavía sobrevive la madreselva sombra de la infancia
besos a tuitxs!
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