Asomaban en el horizonte las patillas con migas de pizza y Rolita dormía los días en el banco de un colegio para nuevos chicos ricos con tristeza, al sur de extramuros. Había recalado ahí cuando la gran madre decidió pagar las cuentas de la titanic mamá, quien seguía contando de espaldas a todo mientras papito seguía escondido y no cantaba piedra libre desde hacía años.
Rolita estaba acostumbrada al oleaje materno, asi que avanzó en el college disimulando a Willi bien al fondo de la mochila, y seguía aturdiéndose con los brandeburgueses y No callare porque me sobra aguante mientras sus compañeras coqueteaban con el dj de turno.
A pesar de los dedos callados por el mi del bajo, Rolita ingresó al círculo cuando una noche en el bar de Don Carlos, el lindo más lindo y más grande le rompió la boca al grito de te encontré! sos vos la nena-galera del Condon Clú.
Y comenzó el tour por narices rotas y frentes frías y casas Para Ti de playa, y miles de noches abollando capots de mechas en garages usurpados.
Pero la mascarita no encajaba del todo, y el que más lo notaba era el heredero de la porcelana que cada tanto le tiraba esas miradas largas de qué planeta viniste...
enero 11, 2007
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