Durante los veranos de mediados de los ochenta, el primer piso del Fóbal Club explotaba.
A las seis de la tarde iban llegando la Mujer Maravilla, Súperman, dos jeques árabes, una hormiguita viajera, una holandesita y dos parejas de gitanos.
Los bailes de carnaval arrancaban siempre con un tema de Virus, después Porchetto y el clímax con Zas, tirá para arriba tirá. Para el final, Los Abuelos y a dormir.
Con mi hermana habíamos estado jugando toda la tarde debajo del parral de Doña Perla y Don Pascual, los cuidadores de turno. La vereda estaba prohibida durante la siesta porque ya se había instalado en el barrio el rumor del hombre gato, secuestrador de niños que dejaba como señal arañazos en los troncos de los árboles.
Entonces, mientras la vieja y el viejo dormitaban en el sofá con Luisa Kuliok y su Némesis Paiva en el telefunken, nosotras ensayábamos pasos entre las uvas chinche.
A eso de las cinco, una ducha rápida y a calzar las antenitas, las can can negras, las alas y ayudar a mi hermana con la coronita y la túnica dorada. Éramos la mariposa y el angelito por esas siete tardes de febrero.
El sudor en la pista, los choques involuntarios cuando arrancaban con la luz negra, las 7 cuadras de ida y las 7 de vuelta, con todo ese trajín para mediados de semana las alas ya estaban torcidas, las can can agujereadas, la coronita desdentada por la falta de lentejuelas.
Pero el último día, con la entrega de premios, todo renacía. La noche anterior se emparchaban los trajes, se zurcían las medias, se pegaba la purpurina para poder subir a la tarima y con suerte llevarte la base de mármol y la estatuita de níkel dorado con tu nombre grabado y un mejor bailarina o mejor disfraz fantasía, justo debajo.
Asi pasaron tres veranos, tres estatuitas. El que luego iba a ser el último verano de carnaval transcurrió más o menos con la misma rutina, aunque los trajes quedaban más ajustados.
Creo que por eso la tarde del que iba a ser el último domingo de la última entrega de premios de mi último baile de carnaval, la costura de la malla falló y corrí a buscarla a Doña Perla para que ayudara con la aguja. Pero al entrar al comedor sólo encontré la tele encendida con Sorrouille explicando lo inexplicable y Don Pascual con ojos húmedos ocupando el sillón.
Fue en un segundo, me agarró fuerte de los brazos y no pude zafar, sentí la humedad de la boca rugosa como tronco de parra y el peso del cuerpo sobre mi pecho que ya no latía ni respiraba ni nada.
La verja de entrada chirrió como siempre, el peso zafó y yo corrí derecho al patio donde mi hermana todavía bailaba americano con el escobillón como pareja.
Esa tarde me gané el premio a mejor bailarina, a pesar de que no pude mover un pie.
Ese fue mi último baile de carnaval también.
noviembre 06, 2007
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15 comentarios:
Melodrama y pico. Festibuloso.
warren: bien migreano! por ahi me traicionó la memoria, y mandé un nombre verdadero, pero yastá
Es raro. Melanco y doloroso
No se como decirselo para que no termine pareciendo compromiso por repeticion
Hermoso, madrina
brasil: no diga nada amichi que entendí, grazie
lo leí.
me quedó una sensasión amarga.
me gusta la memoria que tiene con el telefunken y esas cosas.
besos emmasss
marinit: eran tiempos medio amargos, si
quedemonós con el telefunken! bso
Ah, ya entendí de donde venía el tema de las antenitas!!!!
Genial, amiga. A tono con el día, pero...
Nunca me gustó el carnaval. Tampoco disfrazarme. Recuerdo haber ido a los corsos del Bvrd. Seguí en Rosario con mi tía Inés. Recuerdo tardes enteras de niños de 12 años con baldes y globitos recorriendo el barrio a la hora de la siesta para mojar a alguna chica y siempre fue un fiasco. No entiendo la diversión del carnaval -por lo menos por estos lares-, odio Gauleguaychú, las comparsas y las tangas con lentejuelas. No hay nada que hacer.
meki: de ahi! si si, besotes barrielte cósmico
melli: ahora entiendo por qué no le gustaron las estrellitas el otro día!
saluteC!
¿Al Melli no le gustaron las estrellitas? Snif...
Texto muy bello y doloroso.
Cómo me hacés acordar de mis cosas!
Y por suerte me vuelven fresquitas, sin lagrimeos mocosos salados (perdón por lo explícita).
Lo hacés lindísimo sin dejar de mostrar lo denso de ese momento.
Lindo, sí.
Ms. Emma
muy bien escrito . A mi no me dejo mal sabor ni tristeza, tal vez una buena y no exagerada melancolia.
Segui escribiendo relatos, se te da de maravillas (influencia gallega, que se le va a hacer)
Felicitaciones y lo lei dos veces. Me recordo la forma de relatar de Morgana, y el Cosima de hace unos dias
anahi, morgana, mary: grazie grazie!
besotes
Gracias a tí guapa!!!y escribe relatos más y más y más.
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