enero 15, 2008

viene de acá, por abajo


La volanta avanzó hasta el final del boulevard y frenó justo al lado de la panadería, ahi donde hasta el mes pasado funcionaba la bicicletería de Don Pedro, el primer muerto del verano. Porque los veranos en Lobería se contaban por las bajas. Éste venía flojo, el pasado había sido egipcio, siete plagas, siete cruces nuevas en el cementerio.


Aldo y Roberto saludaron a todos los curiosos con una sonrisa y cabeceos a diestra y siniestra y comenzaron a bajar los artefactos uno a uno. Los chicos en ronda miraban el ir y venir y levantaban apuestas es una radio? un televisor? no, eso parece una bicicleta.


No pudieron llegar a una conclusión, se hicieron las 12.30 y el grito materno de la mesa lista hizo que todos se dispersaran no sin antes poner cara de puchero y juramentarse volver para descubrir el secreto de los recién llegados.


continuará

3 comentarios:

Anónimo dijo...

dulces dias de reposteria querida
seguiremnos demoliendo bibliotecas
los libros mienten, ya todos lo saben....

quemaremos los tomos de obras completas como un hendrix desencadenado quemando su fender!!!

arde, arde, el boliche!!!!

Tomás Eastman dijo...

intrigante

EmmaPeel dijo...

mora: tenga igual un buen matafuego a mano!

warren: buuuuuu (lease con cortina de la dimensión desconocida)

besos a ambos