Mientras Cata intentaba en vano zafar sus manos de entre las manos de Stella, la oscuridad comenzó a tomar forma. Primero como de fantasma de sábana de dos plazas, después de oso ancho y retacón como el de los dibujitos a la hora de la leche, hasta que salió al pleno sol guacho de las tres de la tarde un hombrecito que pegaba en el poste de ser enano.
Cata decidió no mirarlo, pero cuando Paddy tomó sus manos blancas entre las de él, no pudo evitarlo. Esperaba encontrarse atrapada entre dos pasas de uva resecas pero se sorprendió con el agarre amigable, firme pero no brusco de dos manos suaves y blandas. Entonces subió por el brazo gordo hasta el lugar donde debería haber estado el hombro y el comienzo del cuello pero se encontró con una cabeza cuadrada, desmedida y con un ojo grande, celeste y perfectamente redondo como el botón huérfano del batón de cualquier abuela al sur del riachuelo. Del otro ojo, sólo un tajo zurcido. Entretanto, Paddy hizo su propia inspección sin prestar atención a los saltitos ansiosos que Stella daba en el lugar, miró las manos de costado, de frente, por arriba y por debajo y dio su veredicto:
Si, empezamos mañana
continuará
4 comentarios:
Amiga, qué refrescante este texto en medio de tanta cadena de discusión oblicua.
No la leíste aún, pero se te inflitró un poquito de Carson acá, muejeje. Muy bueno!
meki! qué sorpresa! pensé que no lo había leído naides jiji
besos (y qué buena la Carson!)
che emma me encanto gusto este text
ahora voy a ponerme al dia con lso otros ciao ragazza
toto: me alegro! y lea tranqui que hay tiempo jaja
beso
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