Hoy encontré una foto de mis manos. Son blanquísimas, casi transparentes. Los dedos largos, huesudos, parecen levitar con desdén.
Al recorrer una y otra vez la foto, y al verlas por fuera de mí, me di cuenta que no son manos de esas que uno imagina cobijando, abrazando, de esas manos que dan ganas de buscarlas cuando se necesita calor.
Mis manos parecen hechas para una eterna despedida. Siempre despidiéndose en una estación, en una orilla, en el estribo de un colectivo.
(este invierno las enguanto, quiero un punto de llegada)
junio 07, 2006
Etiquetas:
Crónica de los días
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Me gusta tu manera de decir, las imágenes llegan. Me ha gustado visitar tu blog.
Publicar un comentario