abril 01, 2008

Los dedos de Cata (fin)

viene de acá

Así fue como Cata comenzó a salir de su casa todas las siestas, y luego de amortiguar el agudo de la puerta poniendo el empeine del pie por debajo de la reja justo antes de correr el pasador, trotaba sin mirar a los costados por el corredor oscuro y fresco hasta la habitación del fondo donde la esperaba Paddy rodeado de pilas de partituras, Stella sirviendo el té frío y en el centro, el piano. Al mes logró tocar el Claro de Luna con los ojos cerrados, Paddy sólo gruñía pero por el golpecito acompasado sobre la carpeta de solfeo, ella supo que estaba contento.

La rutina se quebró un domingo antes de que terminara el verano. Cata entró como siempre, intentando silenciar a la verja delatora, pero no llegó al fondo. En el zaguán estaban Paddy con su ojo de faro viejo apuntando a la nada y Stella bamboleándose en la silla de atrás hacia adelante con un impulso tal que las moscas que intentaban una parada táctica a la sombra salían chocándose espantadas.

Para vos, disparó Paddy directo a las manos de Cata un paquete rectangular envuelto en papel metalizado azul. Todavía asombrada por el recibimiento, intentó despegar con cuidado cada una de las tres tiras de cinta scotch pero las manos le temblaban mucho. Stella no aguantó la espera y en un envión para adelante estiro las manos con las uñas listas y se llevó el papel entero. Lo que quedó al descubierto fue lo más lindo que Cata había visto (y lo que habría de ver) en mucho tiempo: un piano sostenido por unas patas torneadas con el final en malaquita y con una tapa patinada en celeste coronada por una delicada guía de flores que terminaba ahi justo donde arrancaba el teclado.

Es de juguete pero ya vas a tener el de verdad, hoy andá y jugá un rato le dijo Paddy en un arranque de verborragia antes de entrar y despedirla hasta mañana. Cata se fue abrazada a su tesoro y hasta que llegó a la esquina de su casa hizo rechinar cada puerta de reja para que todos la vieran pasar. Entró derecho a su pieza y se sentó a practicar con los índices el Claro de Luna en las teclas diminutas. No tardó mucho en aparecer su hermano Toti, un moreno flaquito y nervioso que no paraba de moverse ni dormido consecuencia de, según la tía Lita, un disgusto de la madre justo antes de parirlo. El Toti revoloteaba sacudiendo los brazos como hélices de helicoptero con parkinson intentando llamar la atención de Cata, pero nada distraía a la concertista que se imaginaba en una sala dorada y roja como esa de la foto que le mostraba Paddy en la enciclopedia El Ateneo. Después de intentar con los saltos de rana, el ruido de pedos artificiales apoyando los labios en la cara interna del brazo y hasta el molesto no te toco, el aire es libre, el aire es libre y ante la ignorancia impertubable como única respuesta por parte de su hermana, Toti eligió el camino directo, manoteó el piano y salió corriendo para la cocina.

Cata se paró de un salto y siguió al bulto que a los gritos festejaba ahora sí me das bola y en un recodo del living, justo a la altura del aparador, alcanzó a arañarle la espalda pero no lo suficiente como para detenerlo. Toti acusó recibo con un alarido digno de película de terror de sábado a la noche y se trepó a la mesada, así los encontró la madre que llegaba arrastrando una joroba de pena y la cartera, a cual de las dos más pesada.

Las palabras se le atoraron a Cata piano mío Toti de verdad voy a tener uno y el pequeño no dejaba de gritar, asi que como en esas escenas que uno ve a la distancia y cree que no, que las soñó en una noche de fiebre o de cena muy pesada, la madre tomó el piano de entre las garras de Toti, lo depositó en el suelo de la cocina y de un pisotón lo partió a la mitad: Ahora hay piano para todos.

Toti se fue corriendo a prender la tele mientras la madre abría la heladera para ver qué cocinaba. Cata se quedó arrodillada al lado de las maderas rotas, clavándose las astillas bien profundo entre los dedos, hasta verlos sangrar.

13 comentarios:

Tomás Eastman dijo...

cruella de Vil

Anónimo dijo...

Toti laconchatumadre.

Anónimo dijo...

Bravo Toti el claro de luna es agobiante.

Tomás Eastman dijo...

mire, le splico. Uno cuando está nel laburo, ya tiene bastantes problemas. Cuando se va or la interné es para distraerse un poco. Sin hacer daño a nadie, eh?
Y resulta que agarra y abre su páginadondelerrevientanelpianoalanenita.
No es justo!

Anónimo dijo...

me encantó el final. lo tuve que leer dos veces porque pensé que se clavaba las astillas debajo de las uñas y eso SÍ que no lo puedo soportar, entre los dedos es más liviano.

Anónimo dijo...

Le veo a Cata señales de revancha. Con ese final me rompieron el piano y me sangro los dedos, no dentro de mucho me vengaré.

Au drey dijo...

Oh! Un final realista!

AL-JAZERRA dijo...

bueno y con toda la crueldad de los crueles o de los pibes.
Alejandro

toto scurraby dijo...

ahora si.completo y brutalmente bueno

EmmaPeel dijo...

warren: mala mala

fulvio: toti re va con laconchtumadre (así, sin a)

lavandera: ni me lo diga, cada vez que lo escucho me ahogo

warren: me ha contratado la patronal para que deje de boludear con los insumos de la empresa =P

melli: que se los clavara debajo de las uñas era muy expreso de medianoche (y a esa edad Cata todavía no la había visto, después si)

mary: las venganzas tiene formas extrañas, pero si, puede que algo de eso haya sucedido

meki: OH! amichi, arranqué con O´Connor

maestre ale: nada mas cruel que los pibes

adam: tiene nombre de párroco irlandés (pero en ese link no toco ni que necesite un exorcismo)

toto: auura si, le agradezco m´ijo!

salutti a tutti

Anónimo dijo...

Madrina:

No se porque pero me acorde mientras leía que el primer libro "de grandes" que lei a los 10 años, fue Vida de perros de Leonidas Barletta

De(¿s?)vastador....

Acercandra dijo...

Una madre sensible...

Emma usted es una descripcionista maravillosa

un beso

EmmaPeel dijo...

brasil, ahijado, tremendo lo suyo, pero me ayudó a hacer memoria: Mi primer libro "de grandes" fue Amor y Pedagogía de Unamuno jajajaja por dior!

acer: a veces me paso de rosca jiji

besos a los dos