De cómo pedir medialunas si estás en Havanna

Ayer a la tarde me fui hasta el Arteplex, tenía ganas de ver Coeurs, de Resnais.

Llegué un rato antes de la función de las seis y el hall ya estaba a tope. La piba de la boletería vio mi cara de asombro y me dijo "Mal día si venís de levante. Hoy mayores de 60 y jubilados pagan la mitad". "Te parece hoy con estos pelos?" le digo, nos reímos las dos y arranqué para la fila.

Firme ya esperando a que habilitaran la sala, escuché a unas señoras chusmear por lo bajo "se las debe haber prestado él" "tal vez le duelen los pies". Al seguir la mirada de las comentadoras, llegué a una pareja sub-20 que se encontraba unos metros más adelante en la fila. La niña llevaba unas all stars varios números más grandes que sus pies. Pero iba y venía del café a la fila, de la fila al kiosco, del kiosco al baño y de nuevo a la fila con comodidad y una sonrisa de oreja a oreja.

Perdida mi cabeza en la observación de esa pibita cómoda de forma inesperada, una comodidad que a priori parecía imposible, se apagaron las luces y arrancó la peli.

Y ahí Resnais llenó la pantalla de una nieve que no tiene fin, de solitarios que se aferran al titanic con rigor mortis, y sólo lo sueltan cuando ya están abajo, muy abajo. De solitarios que intentan ser lo que son sin serlo del todo, pero que piden pista y arremeten aunque liguen cachetazo. También de gestos (en soledad) que terminan salvando vidas (solitarias) dos cuadras más allá.

Pero todos solos, muy solos, buscando que la nieve pare alguna vez. En ese intento está uno de los personajes cuando Sabine Azéma le dice Hay que ser fuerte contra la tentación! (tema aparte: qué beias las mujeres de esta peli).

Terminó la peli y salí en busca del havanna de nuez con café y condensada que sirven enfrente. Y vi a la pibita sub-20 correr por Cabildo del brazo de su gigante y con las zapas diez números más grandes, pero que las llevaba como un guante a medida.

Y me quedé con eso, con que tal vez la cuestión resida ahí, en andar con comodidad y sacarle la lengua al resto. Y no ser salamin con patas, como el señor de la mesa de al lado, que rodeado de las mil variedades de uno de los alfajores más ricos del planeta, terminó pidiendo un té con medialunas. Y se quejó porque la medialuna estaba fría.

*Tenía foticos de las zapas de la niña, pero el $%#uto blogger no las quiso subir